miércoles, 15 de noviembre de 2017

PORQUE NADA RESTA

Deberíamos aprender a ver que las personas están a nuestro lado tienen fecha de caducidad. Puede ser  que permanezcan durante horas, días, años... y algunos estarán hasta el final.
Puede ser que esto nos ponga triste, y es normal. Pero nuestras vidas se componen de las experiencias que vivimos a raiíz de compartir momentos con estas personas, sea poco o mucho el tiempo que nos acompañen. 
Sé que hay veces que de algunos pensamos "ojalá no le hubiese conocido nunca", y lloremos por haber perdido la ocasión de seguir al lado de otras. En ambos caso se ve que esas personas nos han marcado de cierto modo, con más o menos intensidad, pero habiendo pasado por nuestra vida han dejado huella en ella, y estoy convencida de que hemos aprendido de estas experiencias. Si no los hubiésemos conocido no seriamos tal cual somos. Si no se hubieran ido de nuestras vidas, tampoco. 
No os pongáis tristes por esas personas que han decidido alejarnos de sus vidas. Sé que es duro, pero si no están es porque no deben estarlo, porque no tendría sentido seguir caminando a su lado, porque nuestros caminos son diferentes, y cada uno tenemos que seguir nuestro sendero, en el que encontraremos a otras personas que seguirán llenando nuestras vidas, de las que seguiremos aprendiendo, bien por sus actos buenos, o por escarmentar por sus actos no tan convenientes para nosotros. De todos ellos vamos a aprender, por muy insignificantes que puedan parecernos sus actos. De algunos aprenderemos qué hacer para seguir adelante, de otros aprenderemos que cosas no queremos en nuestras vidas, y otros hasta nos abrirán los ojos y nos ayuden a indagar dentro de nosotros para conocernos mejor y superarnos.

Así que si has pasado por mi vida, sea el tiempo que sea; si has pasado conmigo buenos o malos momentos; si me has hecho daño, o sentir la persona más feliz del mundo. Sólo puedo decirte GRACIAS, gracias por sumar algo en mi vida.


jueves, 29 de junio de 2017

De cuando las palabras se escribían solas

Antes era fácil, las palabras me salían solas. Siempre encontraba un motivo perfecto por el que ponerme a escribir, a penas sin pensarlo. Formaba textos infinitos en los que volcaba todos mis sentimientos, en los que plasmaba todas mis ideas. Y un día, así sin más, de la noche a la mañana, dejé de hacerlo. Ya no era capaz, tal vez dejaron de sucederme cosas, o se fue toda la inspiración. 
Ahora, años después, me pongo a releer textos del pasado y no soy capaz de parar de hacerlo, y pienso ¿En serio yo era capaz de escribir todo esto? y me lleno de emoción al recordar porqué escribí cada cosa, a quién iba dirigido cada texto, y cómo me sentía en aquel momento.
Es curioso echar la vista atrás y ver todo lo que ha cambiado en este tiempo, o en algunos casos, ver que aún pienso exactamente lo mismo.
Ojalá vuelva a retomar esta costumbre, ojalá vuelvan a mi las palabras. Porque esto de escribir es una sensación hermosa, que sirve para el pasado el presente y el futuro.